jueves, 29 de marzo de 2012

La Honestidad

   Esta bitácora no versa únicamente sobre la elegancia externa, más visible y plástica, sino que pretende abarcar también otros extremos que afectan a la parte más interna del ser humano.


   Los acontecimientos presentes invitan a hacer un análisis,... una profunda, realista y concienzuda reflexión acerca de lo que alguien debe hacer. No tanto el cómo cuanto el qué, no tanto la forma cuanto el contenido. Y muchas veces a esto último se responde exclusivamente haciendo uso de los valores de los que cada quien disponemos.




   A este respecto es importantísimo, absolutamente necesario, más bien, hacer gala de u concepto fundamental: la honestidad. Y me permito, sin tener yo excesivo conocimientos en las ramas más metafísicas y abstractas del saber, hacer una definición "a contrario sensu", es decir, partiendo de conceptos muy similares pero que en mi opinión no llegan a ser sinónimos de "honestidad" a un nivel absoluto. 


   Es muy habitual escuchar que alguien es bueno, o justo, u honrado, o humilde,  o empático. Y a veces se dice que es honesto cuando en realidad se está haciendo mención a una faceta de las anteriores. Así, hay que discernir entre honestidad y:
   


- Justicia → La justicia es lo que impide el doble rasero, procurando que a situaciones iguales se le apliquen criterios iguales. Busca igualmente que una norma o deber se cumpla, y que un derecho no se conculque. Pero la justicia en sí misma no contiene un criterio emocional, es decir, necesita de la equidad o de la comprensión para evitar que una aplicación rigurosa del criterio más justo acabe siendo contraproducente para el fin que persigue. 


- Sinceridad → al igual que en el caso anterior, la persona que dice todo lo que piensa, pero no piensa lo que dice, puede herir innecesariamente los sentimientos del vecino. Igualmente, suele acontecer que quien se dice sincero suele encajar muy mal las críticas, y suele adolecer por añadidura de carencia de sinceridad en los momentos donde es más necesaria.



- Honradez → supone hacer el bien sin mirar a quien, y no tomar lo que no corresponde. No obstante, se puede incurrir en injusticia, porque una persona honrada puede estar gastando energía y buenas intenciones en alguien que no lo merece, en detrimento de alguien que sí, si se deja llevar por la empatía o por una intensa compasión, de tal modo que a dos situaciones iguales, se disculpará al que nos cae bien o nos despierta simpatía, y no tanto a quien no provoque en nosotros esas sensaciones.

- Humildad → es básica para saber pedir disculpas, cosa que a veces ni siquiera hace falta (ya que basta con reconocer el error, e incluso muchas veces es suficiente enmendarse y no reincidir), y asumir los propios errores. Sin embargo, una persona absolutamente humilde corre el peligro de caer en servilismos que poco o nada tienen que ver con la honestidad. Nadie tiene derecho a pisarnos, y no debemos consentir que eso ocurra.


Cartel de la película "Un dios salvaje" (2011)


   Tirando de fonética, alguien honesto será alguien honrado y justo, a partes iguales, dando por sentado una humildad en su justa medida. Y ello ha de servirnos, no sólo para conducirnos por la vida, sino también para saber evaluar cómo se conducen las personas con las que nos relacionamos, evitando a los falsamente quedos (en román paladín, las "mosquitas muertas") y nunca dejando de lado a gente íntegra que evita destacar por una sincera y franca modestia. 


   Por último seamos coherentes y, si nos consideramos personas honestas que gustan de compartir su opinión libremente, respetemos la misma libertad de quienes comparten una opinión distinta. En la inmensa mayoría de los casos, una discusión tiende a que las partes se enroquen en su postura y, en vez de prestar atención a los argumentos o aclaraciones del otro, se obcequen en conseguir que el otro reconozca "su error" en su modo de pensar, sentir o actuar. Mi consejo en estos casos es una frase que oía en mi infancia a menudo: "cada uno en su casa y Dios en la de todos".


   Como siempre, en el medio está la virtud.





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