jueves, 12 de abril de 2012

¿Dónde me siento?


   Fíjense en un evento de cualquier naturaleza. Imaginen el principio, los primeros momentos, de llegada de invitados, saludos, reencuentros, presentaciones,... Si observan con atención, verán que se formula una pregunta recurrentemente: “Oye, y ¿yo dónde estoy?”.

   Siempre me ha hecho mucha gracia que alguien utilice esa expresión para averiguar cuál será su ubicación (asiento, principalmente) durante el acto. Dan ganas de responderle: “Está Ud. en el término municipal de …, provincia de ...”, pero abstengámonos, porque nadie está nunca de suficiente buen humor que no pueda cambiarlo diametralmente en fracciones de segundo.

Platea y palcos del Teatro Jofre (Ferrol)

   Ni que decir tiene que cuando no se ha previsto la protocolización de asientos (simplemente se practica ésta respecto de la mesa presidencial), sino que se deja que cada persona escoja libremente un lugar o se reserva simplemente una mesa o fila para invitados de honor (que ya estarán advertidos de que ostentan tal condición), este problema se reduce considerablemente.

   Pero aun en los supuestos de protocolización exhaustiva de asientos, esta inquietud, tan incómoda y nada deseable, que atenaza a los asistentes hasta el punto de impedirles disfrutar del evento en toda su plenitud hasta que no está resuelto el dilema, puede erradicarse. Haciendo una clasificación desde un enfoque económico, de más oneroso a menos gravoso, podrían indicarse las siguientes:

Una estricta Leslie Caron protocoliza eficientemente
aunque de viva voz los asientos en el almuerzo de "Le Divorce" (2003)

1) Contratar un equipo de asistentes o auxiliares pertrechados con planos y croquis donde aparece ubicado el asiento de cada invitado, y cuya función es acompañarle a su sitio u orientarle sobre dónde se encuentra.

2) En banquetes con una mesa imperial o rectangular, disponer de un mesero. Se trata de una pieza de piel que reproduce el plano de la mesa, con ranuras o huecos donde se introducen pequeñas etiquetas o tarjetas con los nombres de los comensales, según su ubicación.

3) Acompañar cada invitación con una tarjeta donde se reproduce el salón o espacio en un plano, con expreso señalamiento del lugar del invitado. Si se trata de banquetes, esta tarjeta puede entregarse a cada asistente durante los aperitivos.

4) En banquetes con varias mesas, colocar un panel. Este panel contiene en un único cuerpo todas las mesas, su disposición y la colocación de los invitados. Si se emplea el sistema mixto, es decir, simultanear panel y tarjetas individuales, se consigue mayor eficacia, aunque también se eleva el coste.

Panel donde los asientos se semiprotocolizan:
se indica la mesa, pero no el puesto concreto de cada comensal.
5) Que el anfitrión o su personal de protocolo se ocupe de indicar la ubicación a cada invitado. No es nada aconsejable este sistema, por motivos obvios (los responsables de protocolo están pendientes de más aspectos del evento que del acomodamiento de los asistentes, y el anfitrión no puede hacer esta labor porque se eternizaría y mientras tanto, estaría dejando a un lado sus deberes de anfitrión con respecto a los demás invitados), pero es sin duda el más económico.

   Si por cualquier motivo alguien ocupa un lugar que no le corresponde, se le hará saber de un modo amable, evitando cualquier azoramiento. Si la actitud del erróneamente sentado es de altivez o desprecio, se insistirá con un poco más de vehemencia. Cuando ni siquiera en esos casos se avenga a razones, sólo resta decir al legítimo usuario del asiento que se ha dado esta circunstancia. Si éste, con todo derecho aunque con poca consideración hacia el inocente anfitrión, porfía en ocupar su puesto, sólo restan dos opciones igualmente desagradables: llamar al personal de seguridad para que procedan a desaposentar al usurpador, o que ambos pretendientes al trono se batan en duelo sobre el jardín, parque o pradera más cercanos, pero NUNCA en pleno salón, delante de la concurrencia invitada al evento.

Grabado que representa el duelo entre Aaron Burr y Alexander Hamilton (1804)

   Deseando que no llegue la sangre al río, que la sensación de desasosiego locativo se desvanezca cuanto antes y que hayamos tenido buen tino a la hora de ordenar y distribuir a los asistentes en sus asientos, lo fundamental es que cada invitado pueda disfrutar del evento, banquete, ceremonia, concierto, espectáculo, etc. No olvidemos que es intolerable que el dónde, por mucha importancia que tenga, pueda llegar a eclipsar al qué.

   Como siempre, en el medio está la virtud



No hay comentarios:

Publicar un comentario