sábado, 2 de abril de 2016

Indisolubilidad indeseable

   ¿Cuántas veces hemos oído que el protocolo es la representación plástica del poder? ¿Cuántas veces me he quejado en esta misma bitácora, y con razón, de que el protocolo está excesivamente politizado? ¿No he repetido hasta la saciedad que el protocolo y sus normas son una entidad aséptica, apolítica, neutral, que busca la comodidad de los actuantes en un lugar y un tiempo concretos, de modo que el mensaje que se quiere transmitir se lance de un modo adecuado y digno? Pues, cosa increíble, parece que no queda claro, todavía. Y la actualidad no deja de darme tristes ejemplos de ello.

Quousque tandem, Politica, abutere patientia nostra?


   No hace mucho vivíamos con estupefacción la falta de elegancia y hasta de modales básicos durante la colocación de una primera piedra en Vigo. Ignoro quién organizó el acto y sufragó los gastos de la ceremonia y quién va a pagar la contrucción o remodelación del edificio en cuestión. Lo único que sé es que la actitud de los presentes fue esperpéntica. No sé si el concejal vigués tenía razón en sus reclamaciones ni me meto en si la Presidente de la Diputación de Pontevedra debería haber formado parte de una terna que introdujese los elementos en la cápsula del tiempo, porque depende de quién apoquina, como siempre, y no dispongo del dato como para emitir un juicio válido. Ahora bien, lo que sí puedo decir sin miedo a equivocarme es que las formas no fueron ni mínimamente aceptables, que la tensión que se generó deslució absolutamente el acto que celebraba algo tan necesario para Vigo, según ellos mismos, y que la Presidente de la Diputación no se puede arrogar la representación del Alcalde de la ciudad olívica así por las buenas, cosa que hizo. La política pisoteó al protocolo.

La Ministra de Fomento ofreciendo a la Presidente de la Diputación
las monedas para que las introdujese en la caja de metacrilato.


   Poco tiempo después, muchos municipios, principalmente de Galicia, decidieron retirar la bandera europea de sus fachadas, en protesta por las decisiones comunitarias respecto a los refugiados sirios. Una vez más, me abstengo de valorar lo acertado de la medida europea, ni lo ofendido que se pudiera sentir el ciudadano por ver retirada la bandera comunitaria. Protocolariamente, la bandera europea es un símbolo no regulado, para cuyo uso sólo se recomienda que ondee en todos los edificios públicos de los Estados miembros los días 25 de marzo y 9 de mayo. Fuera de eso, su colocación o retirada es libre. Ahora bien, si la retiran, deben de asegurarse de que las demás banderas estén colocadas según su precedencia. Y deben retirarla, nunca arriarla a media asta, como hicieron algunos consistorios, puesto que ello sólo es posible ante declaraciones oficiales de luto, y no era el caso. La política pisoteó el protocolo, otra vez.

No habría habido problema si, en este caso, en Valdemorillo la hubieran retirado,
pero hacerla ondear a media asta no es protocolariamente correcto, al no haber luto oficial



   El ejemplo más reciente fueron las declaraciones del Ministro de Exteriores en funciones, al que comúnmente se le conoce como Sr. Margallo. Preguntado por su ubicación en un determinado lugar, alegó que "fue un problema de protocolo" y que "los de protocolo" lo habían sentado allí y él obedeció mansamente, y gastó la misma broma que el Papa Francisco hace dos años: "Usted ya sabe en qué se diferencian los de protocolo y los terroristas: en que con los terroristas se puede negociar". Esta frase ofendió en lo más hondo a muchos de mis compañeros. A mí, no, personalmente. Es más, me la tomo como un halago, porque demuestra cuán en serio nos tomamos nuestra labor y, sobre todo, y esto es lo importante, cuán superior es el protocolo a la negociaciones que torticeramente pretenden los políticos sobre "sentadme más arriba" o "ponedme al lado del Presidente" o "dadme el puesto que correspondería al señor que yo represento aunque la norma diga que me debería quedar en mi puesto y ya" o "dejadme poner esta bandera por delante de esta otra, aunque la norma obligue a la posición opuesta". No, aquí no se trató de un "problema" de protocolo, sino seguramente de una "cuestión" de precedencias, que no es lo mismo. 

El Sr. García-Margallo, en su aparición televisiva donde demostró lo poco que
sabe sobre el protocolo y su propia precedencia según el artículo 10 del RD 2099/1983.


   Lo que sí me pareció rayano en lo denigrante fue su insinuación de que los protocolistas sólo sentamos a la gente,... y ya. Cuando un tertuliano adujo oportunamente que el protocolo es la manera de facilitar las cosas para que todo el mundo sepa lo que tiene que hacer, él respondió que eso era mérito de la diplomacia. Supongo entonces que, en opinión del Sr. Margallo, el cronograma de la ceremonia de apertura del año judicial la elabora el Cuerpo Diplomático presidido por el Nuncio Apostólico. Y que el protocolo de un acto de Doctorado Honoris Causa en una Universidad es decidido por los Cónsules que viven en la ciudad en cuestión. Y, lógicamente, si la eventual ceremonia donde se nombre a Margallo como Hijo Predilecto de Madrid sale mal y lo deja en mal lugar, él no dirigirá su ira contra "los de protocolo", sino que llamará a consultas al Embajador de... Islandia, pongo por caso. 


   ¡Ojalá los políticos dejaran su osada ignorancia a un lado y nos trataran, a los protocolistas, verdaderamente como terroristas de la solemnidad, tomándonos en serio y obedeciendo las instrucciones que damos con la mejor de nuestras intenciones y poniendo en ello toda nuestra formación, en aras de una correcta ejecución de los actos en los que participan! ¡Ojalá! Todo sería más fácil para ellos, para nosotros, para los demás intervinientes en el acto y para el público, que podría evitarse vergüenzas ajenas, mosqueos innecesarios y, sobre todo, recibiría correctamente el mensaje que se le pretende transmitir, disfrutando de actos fluidos y dignos que les hicieran sentirse orgullosos de lo que se hace en su ciudad, región, o nación... con sus impuestos. ¡Ojalá no permitamos que protocolo y política vayan tan de la mano y suavicemos esa indisoluble e indeseable conexión que existe hoy en día entre ellos! 

El Príncipe de Talleyrand y Périgord, quien fue homólogo de Margallo
en la Francia napoleónica, sí concedía al protocolo la importancia que se merece


   La tristeza que me produce esta politización del protocolo, donde los políticos lo usan a conveniencia y, si no pueden salirse con la suya, lo tratan con desdén y lo infravaloran, es inmensa. Menos mal que ahí están mis compañeros para recordarme una frase de Charles Maurice de Talleyrand que reza: "Sólo los necios se burlan del protocolo: simplifica la vida". Tendrá el Sr. Margallo, pues, que soportar el calificativo que sus declaraciones le merecen, precisamente, a un diplomático, que llegó a ser Primer Ministro de Francia. 

   Como siempre, en el medio está la virtud.




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